Manolo, un viejo guitarrista incapaz para el flamenco pero
con duende para el blues, ocupaba el
diminuto escenario del Rory, ataviado con traje y sombrero blanco y
unas enormes gafas de sol que escondían
su tristeza. Deslizó un tubo de metal incrustado en su dedo corazón por el
mástil de la guitarra: un slide lento que dejaba una sensación melancólica y suavizaba
su quebrada voz. El Missisipi estaba
demasiado lejos y el Llobregat era poco inspirador, pero Manolo no tenía nada
que envidiar a los negros sureños de principios del siglo XX.
El Rory era un pequeño bar musical situado cerca del
polígono en dónde se encontraba la comisaría.
Algunos policías acudíamos a tomar una copa al finalizar la jornada. Los
viernes programaban pequeños conciertos de blues o jazz, o de cantautores de letras indescifrables.
Esos momentos de camaradería en la barra, de risas con
demasiada testosterona, me sirvieron para ganarme el respeto de mis compañeros,
además, por supuesto, de mi rigor y seriedad en el trabajo.
Desde que recuerdo siempre quise ser policía. Quizás las dos únicas cosas que he tenido
claras en mi vida han sido mi oficio y mi orientación sexual. En mis juegos infantiles alternaba muñecas y
pistolas y en mi adolescencia disfrutaba mirándome al espejo con placa de
comisario, gorra policial y labios carmesí. Años de marginalidad escolar y
rechazo familiar.
Con los años aprendí
a reprimir los gestos que delataban mi amaneramiento y endurecí el gesto. Mi
homosexualidad la tenía guardada bajo llave en el armario, confesarlo hubiera
supuesto ganarse la mofa perpetua del resto de compañeros. Una máscara amable
que ocultaba la mueca de tristeza y frustración permanente.
Ese viernes, yo había
tenido un día complicado. Por la mañana,
rompí mi relación de tres años con mi novio, Jordi , por su indisimulada
promiscuidad. Jamás había querido a nadie como a él. Por la tarde, me comunicaron la aparición de
otro cadáver en la orilla del Llobregat,
una zona que visitan los domingueros que buscan escapar de la ciudad en una de
sus esquinas. Era el tercer fiambre en el mismo mes. Una mujer que sobrepasaba
los veinte por poco, con tantas puñaladas como años y con una bufanda azul
anudada a su cuello, que cubría también parte de sus senos. Igual que las dos
anteriores. No había lugar a dudas, era el mismo cabrón y nos tenía
completamente despistados.
Mi cabeza se debatía en aquel momento entre la nostalgia de
mi novio perdido y el horror del asesinato de la chica. La rutina laboral se hizo a un lado y mi
preocupación amorosa se alzó victoriosa en mis pensamientos. Había pedido un
tercer whisky y haciendo tintinear los cubitos con el vaso, salí al exterior a
fumar un cigarro. Manolo versionaba con
su guitarra acústica una canción de Robert Johnson que sonaba desnuda y verdadera.
Escupí tras un ataque de tos ronco y la primera calada abrasó mis pulmones.
Miré al cielo y suspiré por el amor perdido. Aplasté el cigarro con furia, como
si mis frustraciones se concentrasen en aquella colilla ensalivada y entré de
nuevo al local.
La conversación con mis colegas versaba sobre una mujer que
contoneaba su espectacular cuerpo a dos pasos de donde estábamos. Fingí interés y le lancé un piropo que sonó
demasiado artificial. El último whisky me había abstraído un poco del mal rollo
que arrastraba todo el día y ahora destilaba una alegría babeante y torpe.
Cuando Manolo se disponía a tocar la última canción, un aire
gélido invadió el local. Se abrió la puerta y junto al viento helado de un
enero especialmente crudo, entró Jordi, mi ex novio, que extendía su mirada buscándome en el local.
Nunca había venido al Rory, pero allí estaba, mirándome desafiante, con un
abrigo marrón y una bufanda azul anudada al cuello.
Siempre había tenido un gusto exquisito para vestir, jamás
hubiera usado una bufanda azul celeste. Era
una provocación, él estaba al corriente
de los anteriores asesinatos. Siempre le
explicaba los casos que llevaba y éste no había sido una excepción.
Jordi era alto, guapo y con una simpatía y amabilidad capaz
de conquistara a quién se propusiera. Podía
romper cualquier corazón, pero ¿había sido capaz de asesinar a unas jóvenes sin
un motivo aparente?
El alcohol, la frustración y el odio no son una buena mezcla.
Los rescoldos de mi amor aún no se habían apagado. Frente a mí tenía a la
persona que más había querido y probablemente seguía queriendo, pero también a un sospechoso de
asesinato, o al menos eso quería aparentar él.
Tres disparos a la altura de su corazón, el músculo que él
me había destrozado poco a poco durante los últimos tres años y que yo ahora le
reventaba sin pestañear. Tres balas que dejaron atónitos a mis compañeros y a
los pocos espectadores que aún quedaban escuchando a Manolo, que alzó sus gafas
de sol y su lánguida mirada se paseó perpleja por el cuerpo que acababa de
derrumbarse junto a la puerta.
— ¡Continúa!— le exigí contundente.
— ¡Toca tu puta guitarra!—
No sé porqué lo hice. Quizás fue venganza, celos, ¡qué se yo! Preferí continuar mostrando una máscara en un
baile de disfraces demasiado cruel. Jamás se pudo demostrar la relación de
Jordi con los asesinatos.
Y de nuevo sonaron
los compases repetitivos de un melancólico blues.
No sé cómo lo haces. Siempre que leo un relato tuyo me pasa lo mismo. Me quedo embobada en la historia y cuando estoy saboreando tu manera de contarla (escribes fenomenal), ocurre un giro totalmente inesperado y me dejas temblando. En este es ese disparo directo al corazón de Jordi. Eres un genio, José.
ResponderEliminarAprovecho para desearte un feliz 2020.
Un fuerte abrazo
Gracias, José, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un abrazo, suerte y un muy feliz 2020!!
ResponderEliminarGenial ese policía enamorado. Qué bien escrito y qué bien ambientado. Me ha encantado, José. Mucha suerte en el Tintero y feliz 2020.
ResponderEliminarHola Jose. Nos leemos de cara al Tintero, esta vez con música de blues con final de acorde frustrado y descorazonador. Muy buena historia. Coincido con Ana, la historia atrapa y va con un ritmo que aumenta a la par que se aprieta el cinturón de esos sentimientos reprimidos. Solo un pequeño detalle, se ha colado un conquistar(a)lo mismo es un buen augurio. Un abrazo y feliz año.
ResponderEliminarHola José! Me llamo Beri. Un poco más y no llegas a tiempo para participar en el concurso de este mes...No obstante, ha valido la pena la espera porque tu relato es excelente. ¡Me ha encantado! Felicidades y mucha suerte en El Tintero.
ResponderEliminarHola, José. Un relato original por el énfasis en la descripción del policía y su homosexualidad. Me ha gustado el personaje de Manolo, sus blues y su tristeza. Felicidades y éxito en El Tintero.
ResponderEliminarUn elemento ese personaje tuyo muy peligroso por su frustración y amargura. capaz de sensibilizarse ante un blues bien tocado, y a la vez de pegar tres tiros a su ex-pareja.
ResponderEliminarquizá lo hizo no por despecho sino más bien por el peligro de que este desentrañara ante los compañeros su secreto.
Un abrazo y feliz año.
Hola José. Me ha encantado esta historia en la que el blues de Manolo hace de hilo conductor. Desamor, música y crimen para nuestro protagonista, relato impactante como tres disparos en el corazón.
ResponderEliminarMucha suerte en el Tintero. Felices fiestas.
Saludos desde Venezuela. Interesante historia, con un giro inesperado. Feliz Año Nuevo 2020. Viva el amor.
ResponderEliminarPor algo, Jose, eres uno de mis escritores favoritos, aunque se te vea poco la pluma por estos lares.
ResponderEliminarHas escrito con acordes melancólicos, a ritmo sureño, narrando el desamor y las injusticias sociales, pero no con peroratas y arengas, nooo, has puesto a actuar a Manolo, el viejo guitarrista tan alejado del Missisipi y tan afincado en el Llobregat.
Funciona con eficacia la voz policiaca elegida, rompiendo el mito de que el cuerpo policial tiene que ser muy macho remacho. Sensibilidad entre gorra, pistola y labios carmesí, y hasta la estética que sabe distinguir entre un azul y un celeste ;)
Tratas con la misma eficacia narrativa, al paisaje exterior, (los diversos escenarios elegidos), que al pasaje interno (los disimulos, las contenciones aprendidas, la adversidad del día, y finalmente el tiro de gracia directo al cuore del amado)
Tu magnífica historia sí que suena desnuda y verdadera, tanto, que he tenido que modificar los puestos de la puntuación que más o menos tenía elegidos. Es lo que hay colega
¡Madre mía! He visto la escena como si se tratara de una película. No esperaba para nada ese desenlace lo cual me encanta, porque has logrado que me pillase por sorpresa totalmente.
ResponderEliminarUn abrazo y ¡Feliz 2020!
Hola, José. Es la primera vez que te leo y me ha encantado. Entrelazas las situaciones de una manera muy poética y llegas a un final cinematográfico.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha gustado tu relato, José, muy diferente sin duda. Todo lo bonito que tiene el comienzo de un amor lo tiene de triste al final de la relación que lo sustenta. ¿Un asesino suicida? me resulta de lo más intrigante el personaje de Jordi. Acorde el nombre a la provincia donde se desarrollan los hechos, me ha gustado ese detalle también. Muy buena la caracterización en primera persona.
ResponderEliminarUn abrazo, mucha suerte y espero que sigamos encontrándonos entre letras.
El relato es un blues en sí mismo. Me ha conmovido. Y además, escribís estupendamente. Felicidades. Suerte en el concurso
ResponderEliminarBuen 2020
Me olvidé del "español neutro" y puse "escribís" que es argentino puro. Disculpa
ResponderEliminarEl blues, musica de penas ahogadas por entre esas escalas de séptima menor. Has acompañado tus letras con esa melancólica atmósfera, junto con el desamor y el odio. Genial al giro trágico de ese protagonista que se desentiende de todo y se deja llevar por unas emociones que necesitan de ese blues para justificar sus actos. Un relato genial, Jose, enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo
Saludos José, un relato impecable de principio a fin. Y que final, totalmente inesperado y muy visual. Feliz 2020! Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarJosé mucho tiempo sin leerte. Has dibujado un buen relato donde la música de blues es buen hilo conductor. El final inesperado nos deja con ganas de seguir leyendo. Un abrazo.
ResponderEliminarMe hubiera gustado poder oir ese melancólico blues para disfrutar todavía más de esa triste y dura historia de amor y celos, con asesinatos de fondo. Me ha gustado mucho la historia y tu forma de narrarla. Parecía como si estuviera viendo una película.
ResponderEliminarUn abrazo, José, y suerte.
¡Magnífico!, hay historia, hay conflicto, hay Eros y Tánatos. ¿Qué más pedir? ¡Ah. sí! manejo y dominio de la técnica y su aplicación sin miedo. Relato para el podium, sin duda
ResponderEliminarGracias y enhorabuena
Buenas, José.
ResponderEliminarPedazo de relato que has escrito. Me ha encantado. Creo que lo has sabido llevar muy bien, y en todo momento he sentido el dolor del policía.
Gran trabajo.
UN saludo.
Hola José
ResponderEliminarMuy real, quizás más que por la trama, por la forma de contar.
No sobra ni falta nada. Redondo.
Enhorabuena compañero y saludos
Ese disparo directo al corazón de Jordi..., marca un antes y un después en la historia. Me ha llegado al alma y en eso está el leer un buen texto. La magia de saber que es un relato inventado, pero que remueve sentimientos, nos hace sufrir; reír, a veces. Tú lo consigues siempre.
ResponderEliminarTe felicito, José, por lo bien que escribes.
Una historia triste muy bien narrada y mejor ambientada, con una muy lograda recreación de escenario y personajes. Consigues ponernos en el lugar de ese policía homosexual, con una vida repleta de amarguras, con una trama donde corren paralelas su vida sentimental y profesional, confluyendo ambas en ese disparo al corazón con el blues como inspirada banda sonora. Un gran relato el tuyo, sin duda. Suerte en el Concurso. Un abrazo, José.
ResponderEliminarHe podido escuchar la música. Suerte en el tintero 🐾
ResponderEliminarSi dices que mi relato tiene mérito, no tengo palabras para describir el excepcional trabajo del tuyo que con tres disparos certeros no solo has resuelto esta pasional venganza de amor y celos a ritmo de blues al principio, pero con hard rock al final.
ResponderEliminarMi enhorabuena Jose y toda la suerte que te mereces.
Un saludo.
Celos, alcohol y armas... mal cocktail para un buen relato!
ResponderEliminarUn abrazo
Maravillosa ambientación, Jose. Cuanta amargura y desolación desprende el relato, y que cruel se torna este cuando uno no siente libertad para ser y sentir. Muy bueno, enhorabuena, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me ha encantado tu relato, José. Una mezcla explosiva que acaba explotando en el protagonista. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarPara que luego digan que no se puede escribir un relato policiaco y a la vez introspectivo, tarea que no es sencilla pero que has bordado. Un personaje muy de tu estilo, cargado de una marcada sordidez interior, y una trama que va fluyendo y construyéndose hasta ese final trágico en torno a sus frustraciones y complejos. Gran relato, bien escrito y bien llevado hasta su remate. Mucha suerte Jose, y feliz año!
ResponderEliminarUn conglomerado de celos y suspense, eso lo hace interesante y atrayente para el lector. Buen relato.
ResponderEliminarUn saludo Jose
Puri
Te lo dije Jose, un relato de premio y de medalla de Oro ¡Casi ná! Qué bueno tenerte de compañero.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isabel. Después de leer todos los relatos, no creía que pudiera optar a premio, por tanto,todavía estoy mas contento. Para mi también es un placer tenerte de compañera, Isabel
ResponderEliminar!Hola José! Feliciddes por el relato y el tintero obtenido.
ResponderEliminarUna historia cruda, dura y muy triste, pero también muy actual.
Los detalles, el ambiente y toda la descripción y narrativa emocional, hacen del relato, una historia a saborear a tragos cortos y muy amargos, pero acompasados de buen blues.
Se podría decir que no hay protagonista principal, ya que son muchos los que llevan ese peso, está Manolo, está el blues, el bar, los compañeros policías, Jordi, el asesino de las chicas, y ese dolido y reprimido policía y narrador, quien sin dudas es el centro de atención, y no olvidemos esa pistola que emerge de la nada para dar tres tiros de gracia justo en el pecho de su amor, y es ahí donde por fin descarga toda su rabia, su dolor y frustración reprimida y cargada por años en su interior.
Vaya historia, tremendo y liberador final. Me ha gustado mucho el coraje con que se escribió y el manejo de los recursos literarios y personajes.
En hora buena y un placer visitar su blog.
Pues muchísimas gracias por tu halagador y minucioso comentario, I.Harolina. Encantado con tu visita. Un saludo
EliminarFelicidades Jose por ese Tintero de Oro, merecido sin duda, un gran relato que tiene justa recompensa. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Ha sido una edición con relatos muy buenos y realmente ha sido una sorpresa ganar el Tintero. Felicidades también a ti por tu 4 puesto. Un abrazo
EliminarHola José
ResponderEliminarTu relato me encanta, es magnífico, la narrativa está muy bien llevada y mantiene el misterio que envuelve el suceso con ese final impactante.
Saludos
Muchas gracias, Yessykan, por tu visita y comentario.
EliminarENHORABUENA, José, por ese Tintero de Oro, en una Edición de gran nivel. Últimamente, te los estás llevando todos. Nos vemos en la Granja de Orwell. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco. He tenido suerte en los dos últimos, aunque tú tampoco te puedes quejar, tus relatos suelen ocupar algún puesto del podio.
EliminarEspero tener tiempo y vernos en La granja. Un abrazo
Muchísimas felicidades por ese galardón, merecido sin duda!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tu amable comentario. Un abrazo
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