Napoleón hace tiempo que ha abandonado la família porcina, es como un humano más, a
pesar de su cara de cerdo, su cuerpo de cerdo, sus patas de cerdo y ese hocico
con el que sostiene un cohiba 50. Se ha
instalado en un confortable loft de la zona alta junto a tres perros tan fieles
como agresivos, y a una guarra vietnamita que conoció en el puerto. La guarra
luce vestidos de Dulce Marrana y se pasa el día en la terraza intentando
broncear su piel mientras saborea trufas y cava.
En la revista Timo le han nombrado tocino del año. La fotografía de portada muestra su ufanía
delante de una enorme bandera del país. En las páginas centrales nos cuentan
sus hazañas hasta conseguir la posición que hoy ocupa. Su poder le ha
convertido en el primer cerdo político, presidente de la región norte y firme
aliado del presidente del país, un cargo que nadie duda que alcanzará en no demasiado
tiempo.