El arte. Lienzos con pinceladas furiosas de colores vivos.
La rabia o la alegría, no sabría describir que sensaciones desprenden cada una
de esas pinturas desparramadas en el suelo.
Como los poemas, casi un centenar de folios con poesías indescifrables realizadas
en las noches que el sueño no aparece y las musas se acumulan en la puerta
entornada de su estudio: una estancia amplia y con buena iluminación que se ha
convertido en el refugio de un artista infatigable. Durante el día, la
guitarra: escalas pentatónicas, de blues, dóricas, frigias. Sus dedos recorren
el mástil con fluidez, intentando alcanzar la velocidad que marca el metrónomo.
Aspira a construir una gran obra visual y auditiva. Enormes lienzos sin bastidor, desvirgados con
furia y acompañados de textos poéticos y música de guitarras superpuestas con
un fondo rítmico pregrabado. Está convencido de que ganará el concurso al
artista del año. Hemos invertido varios meses de su pensión y mi sueldo en dar
forma a las ideas que, no sé si de forma ordenada, danzan en su cerebro.